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¿SEGUIMOS EN SILENCIO?

Por: Eric Duport Jaramillo

 “Así la lucha parezca inútil, así nos sintamos derrotados ante el silencio y la complacencia de muchos, así la causa parezca perdida, convoco a los ingenieros de Risaralda y a los profesionales todos, a mantenernos de pie, en esta causa por la dignidad en el ejercicio y la oportunidad de trabajo para todos”.

Así culmina una sentida reflexión de Gonzalo Ríos Ortiz, presidente de la Asociación de Ingenieros de Risaralda que llegó a mi correo y que me impactó, no sólo por la autocrítica que se hace sino porque deberíamos hacérnosla todos los ciudadanos.

Allí se habla de esa indiferencia que al final de cuentas termina por convertirse en silencio cómplice de las actuaciones de algunas personas que se convirtieron en los mandamás o se creen muy “vivos” por acomodar la ley o no dejarse pescar.

Y esa forma de actuar de muchos nace en pensamientos o prácticas que se volvieron normales y pongo como ejemplo uno cualquiera: volarse un pare o evadir un tributo, no son tan graves como violar los derechos fundamentales.

Esa manera de proceder, de pensar que siempre hay cosas más graves, es la que nos ha ido volviendo permisivos, tolerantes, cómplices y silenciosos.

Y todas esas posturas que vamos asumiendo nos van relajando y acostumbrando a que eso es lo que pasa en este país. Por ejemplo nos sonroja cuando dicen que los populares CVY ya no son de 10% sino de 15% cuando no deberían siquiera ser una opción.

Lo triste del caso es que también, y ahora que empiezan las campañas políticas, muchos de quienes se convierten en militantes van más detrás de un puesto, contrato o beneficios que de defender verdaderamente un plan de gobierno.

Ese es el caldo de cultivo para que muchas personas terminen sintiéndose estafadas por promeseros que no tienen ninguna posibilidad de cumplir las ofertas hechas a cambio de los votos, o más grave aún, si les cumplen, terminan siendo aliados en esos desfalcos o negocios indebidos o pagando a cuenta gotas el favor recibido.

En los pactos de probidad que tanto promovimos en la ciudad desde la Cámara siempre advertimos que la corrupción también venía desde el sector privado. Siempre hemos dicho que para los actos corruptos se necesitan dos: el que ofrece y el que recibe, en términos populares “el que peca por la paga y el que paga por pecar”.

No recibir, no es de bobos, es de decencia. No ofrecer es de legalidad y respeto por el resto de la gente.

 
 
Fecha: 14 de Abril de 2011
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