Por: Eric Duport Jaramillo

En Túnez, Zine al-Abdine Bean Azi, derrocado por una sublevación popular; después de 30 años en el poder Hosni Mubarak, presidente de Egipto, también fue destronado por las movilizaciones populares.

Ahora el turno de las manifestaciones en este mes le ha tocado a uno de los dictadores más antiguos del medio oriente, el coronel Muammar al-Gaddafi, uno de los personajes más controvertido de la última mitad del siglo XX por su abierto enfrentamiento con los EEUU y su apoyo a los movimientos revolucionarios en África.

Adicionalmente en el continente negro hay brotes de protesta en Marruecos, Yemen, Barhein y Argelia, pareciese que fuera un efecto dominó que ha hecho caer dictaduras y elevar los precios del petróleo.

La pregunta es si ese efecto tocará a América Latina, especialmente donde nuestro “nuevo mejor amigo”, o si el ancho mar hundirá esos brotes que se presentaron esta semana en el vecino país, con la huelga de hambre estudiantil.

Lo digo porque una de las mamparas que ha usado el vecino ha sido el mítico coronel libio, con el que se ha pavoneado, fotografiado y ha salido a defender como otro de los perseguidos del imperio.

Hoy el “Líder de la Revolución" o "Hermano Líder y Guía de la Revolución, como se hace llamar Gadafi en su país, está con una revolución a cuestas, ahora más rechazado por la comunidad internacional por haber disparado de manera indiscriminada contra sus compatriotas y con cada vez más posturas en contra como el éxodo de libios a Túnez y la deserción de dos piloto de su fuerza aérea, eso sin contar los muertos provocados por los bombardeos de su ejército.

No sé si el vecino esté sintiendo los pasos de sus amigotes del medio oriente, que no participó esta vez del coro con sus dos compadres, Castro y Ortega para salir a defender a su gran aliado africano.

En el medio oriente sus monarquías y dictaduras empiezan a tambalear y a caer como naipes, el hastío llegó a esos países y seguramente esos reductos de las anacrónicas teorías comunistas y socialistas enarboladas por autócratas han empezado a desaparecer. ¿Qué pasará en América latina?