Eric Duport Jaramillo
(Pereira, 06 enero 2010) Frente a la tan anunciada licitación del tercer canal en nuestro país que tanto revuelo ha causado en los medios de comunicación por los grandes intereses que se manejan y que ha puesto contra la pared a las instituciones que son responsables de dicho proceso, que bueno sería un debate sobre el contenido de los programas que ofrecen los dos canales privados en los horarios triple A y que poco favor le hacen a la sociedad colombiana.
Atrás quedaron aquellas épocas de las excelentes producciones colombianas que ofrecían novelas de tramas inteligentes, con el humor que siempre ha caracterizado a los colombianos y ha sido imposible de imitar por otros países latinoamericanos. Se extraña también el rescate de los valores de nuestros pueblos, con sus ricas tradiciones y su folclor que siempre será tipo exportación.
Por el contrario, lo que reina hoy es la cultura de los antivalores; de la droga, del narcotráfico, de la guerra, las pandillas, de las cárceles, de la prostitución y las prepago, de las mulas y de los mundos más oscuros de nuestra violenta sociedad.
Alguien pensará que ese es el reflejo de nuestra sociedad y que no tiene nada de malo en mostrarlo. Así muchos lo dijeron cuando protestamos por la serie Sin Tetas No Hay Paraíso. Incluso nos dijeron que era una serie pedagógica que ayudaría a mejorar nuestra sociedad.
Pensarán entonces que con las novelas actuales de los canales Caracol y RCN también se está haciendo pedagogía y nos ayudarán a mejorar nuestra sociedad a través de la ejemplar vida de un capo, de las novias de los mafiosos o de los delincuentes que van a la cárcel a volverse más delincuentes. Lo malo de todo esto es que son éstas las que mayores audiencia tienen y que destronan las producciones que rápidamente son cortadas o enviadas a las épocas de vacaciones por no incluir en sus libretos groserías, balas, muertes, sufrimientos por cuenta de la violencia y toda la porquería que muestran todos los días.
Tal vez muchos colombianos ya se acostumbraron a eso y por el amarillismo de las producciones se identificaron con la realidad de nuestra sociedad. Lo cierto es que nuestro país tiene tantas realidades que son merecedoras de ser contadas, de una forma que en el pasado ha deleitado a los televidentes y que sin duda, han sido un gran producto de exportación de Colombia.
Por el momento seguiremos exportando en materia de televisión la cruda realidad de nuestro país, que flaco favor le hace al mismo y que por el contrario solo enriquece a sus productores.
Este debería ser un capítulo más de la responsabilidad social empresarial, por lo visto no de los productores, pero sí de los anunciantes publicitarios que pueden castigar este tipo de producciones, por ir en contra de los valores de una sociedad que trata todos los días de construirse con obstáculos permanentes como estos.
Un tercer canal en las condiciones de los otros dos privados sería triplicar la exportación de violencia e incrementar ese morbo insaciable de quienes, como aves de carroña, se alimentan del dolor y la tragedia de los compatriotas más vulnerables. Por lo pronto, y para quienes tengan la oportunidad de tener televisión por cable, los invito a cambiar de canal pues la mejor forma de hacer pedagogía es viendo los buenos ejemplos y afortunadamente también existen, a si sea en los canales internacionales o en los regionales que mucho tienen para aportarle al país.