ESO, ESO, ESO
7 de mayo de 2007
Para sensibilizar a las personas, de lo que sucede a su alrededor, no hace falta acudir a los relatos terroríficos con que casi todos los días abren los noticieros de televisión sus emisiones.
Que otra niña violada; que un niño muere por bala perdida; que los conductores borrachos; que los niños sicarios, en fin, un sinnúmero de episodios que ya se nos volvieron tan cotidianos que cada vez apuntan más a hacer parte de una fría lista fácil de olvidar, que de un verdadero proceso de sensibilización.
Y hago esta introducción, porque después de leer y ver las diferentes informaciones aparecidas, con motivo de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, sobre “Chespirito”, observo y recuerdo con agrado las enseñanzas, de toda índole, que a través de sus personajes, aún sigue impartiendo en el mundo entero.
Cuando tuve uso de razón ya El Chavo, El Chapulín, Dr Chapatín, y aún, hasta el caco del Chómpiras le habían enseñado el valor de la palabra, la honestidad, el compañerismo, la amistad, la vecindad, en fin, una lista de valores difícilmente borrables, a miles de niños latinoamericanos.
En los miles de capítulos que aún ruedan de canal en canal, como si fueran una novedad, Roberto Gómez Bolaños sensibilizó a la comunidad con el idioma del humor y el amor, sobre los problemas que ocurrían en sus alrededores, sin la necesidad de recurrir a escenas de terror.
Y hoy ¿quién de nosotros y aún nuestros padres no recuerda con agrado los disparates, las torpezas y cada uno de esos detalles cargados de fino humor, llenos de amor, pero con un contenido social tan profundo que marcó historia y hoy lo mantiene como ídolo de multitudes?.
Me dirán algunos que en el Chavo hay violencia física contra el personaje y contra Don Ramón, por los coscorrones o cachetadas que reciben. Me dirán que enseña a ser incumplido con los deberes como Don Ramón con la renta o fanfarrón como Kiko con su carrito de colección, pero esa es una crítica directa a esos hechos u omisiones de la cotidianidad de los personajes, que en últimas son el reflejo de la sociedad que critica “Chespirito”.
Sólo revisen las estadísticas de personas que ingresaron a Corferias el pasado fin de semana donde estuvo el creador de estos ídolos de grandes y chicos para que nos demos cuenta que la gente aprende y recuerda con mucha mayor facilidad cuando se le ha sensibilizado con cosas buenas.
Y aunque el formato noticioso es muy distinto al de los programas del humorista mexicano, no dista mucho el fondo y el contenido de las denuncias que durante años hizo a través de sus creaciones extractadas de la realidad, latinoamericana.
Dice un adagio que “la letra con sangre entra”, pero yo creo que enseñar con amor y humor, puede permitirnos acercarnos más a esas realidades que a diario nos muestran “sin querer queriendo”, cargadas de negativismo, tragedia y violencia explícita.