TLC CON USA
Por: Eric Duport Jaramillo De un momento a otro una noticia,
que estaba suspendida en el tiempo desde hace más de cinco años, se produjo
frente a la incertidumbre de muchos y el entusiasmo de unos pocos que en
silencio trabajaron para que esto fuera una realidad. El Tratado de Libre Comercio con
los Estados Unidos de América, como lo han dicho algunos analistas, es una
ventana de oportunidades para nuestro país. En efecto, si tenemos en cuenta la
ubicación estratégica de Colombia, lo que podemos ofrecerle al mundo entero es
una plataforma competitiva que apunta a algunos de los mercados más importantes
del mundo, no solo mirando hacia el norte con Estados Unidos, Canadá y México,
sino también con los países del área andina y Chile. Con esta concentración de
población, con el mercado más grande del mundo en Norte América, y con América
Latina creciendo a un ritmo admirable, Colombia no será vista únicamente para
introducir mercancías en nuestro mercado, sino como plataforma para llegar al
inmenso mercado que acabo de nombrar. Lo cierto es que nuestra realidad
actual no es la mejor para asumir con grandes potencialidades el TLC, y nuestra
infraestructura pareciera que retrocediera en el tiempo cuando a partir del
nuevo milenio, las políticas debieron orientarse hacia la competitividad. Hoy, más de una década después del
comienzo de la cuenta regresiva, nuestras vías están colapsadas por miles de
camiones que tratan de buscar mercados o puertos, los aeropuertos que fueron
construidos en su gran mayoría hace más de medio siglo, tratan de ponerse al
día como si estuviéramos en 1990, y nuestros pocos puertos hacen esfuerzos
enormes por cumplirle a un mercado que está viendo en Colombia un centro
logístico mundial. Por otro lado, nuestro atraso en el sector agropecuario es enorme; así lo acaba de afirmar un estudio de las Naciones Unidas que muestra las desigualdades del campo y la falta de competitividad de aquello que debiera ser nuestra mayor fortaleza. El TLC contempla unos años para ponernos al día, que sin el tratado no empezarían a correr para nadie y no tendríamos la enorme presión de dejarle de dar la espalda a un sector que merece crecer para llevar mayor justicia social a las regiones más pobres del país asentadas en territorios inmensamente ricos. Finalmente, el TLC es también un
punto de partida para fortalecer la política de industrialización del país
aprovechando las ventajas antes descritas, nuestras capacidades negociadoras e
innovadoras y nuestra cultura empresarial que tendrá el reto de seguir
demostrando lo grandes que se están convirtiendo nuestras empresas a nivel
latinoamericano. Las pequeñas y medianas empresas
requerirán todo el apoyo de la institucionalidad pública y privada pues serán
ellas quienes tendrán que afrontar el verdadero reto de la supervivencia en un
mercado, ahora si mundial y competido, donde tendrán todas las oportunidades de
incrementar sus ventas en el exterior y reforzar el interno, o ver cómo
empresas extranjeras les quitan su parte de la torta, años atrás ganada. Algunos dicen que el TLC es un mal necesario, yo creo que es el verdadero punto de partida para demostrar nuestras capacidades y dejar en el camino el atraso vivido durante años en muchos sectores de nuestra corta competitividad. |
Fecha: 20 de Octubre de 2011 |