QUE A NADIE LE QUEDE DUDA
Por Eric Duport Jaramillo
Después de ver durante dos días las pruebas de supervivencia de los soldados y policías secuestrados por las FARC, no puede una persona normal sentir algo distinto a repugnancia por quienes dicen llamarse ejército del pueblo y mucha más por aquellos, que fuera de nuestras fronteras, les apoyan y avivan.
Las dramáticas imágenes con cadena al cuello son la más clara demostración de barbarie, por si alguien todavía tiene dudas, de la forma como tratan a quienes ellos llaman prisioneros de guerra.
Pero el martirio al que sometieron a padres, hijos, esposas, abuelos y familiares, mostrándoles a sus hijos con la cadena al cuello y un candado, no se llama prueba de supervivencia sino terrorismo, pues es llevar los sentimientos de los más débiles a sucumbir ante la infamia.
Es trasladar el miedo, la presión y la impotencia que deben estar sintiendo quienes se encuentran lejos de sus hogares a los sitios donde habitan los más vulnerables inocentes que tiene esta guerra: las familias de los secuestrados.
Por ellos, desde todos los sitios de Colombia y del mundo debemos rechazar estos actos y aún más a quienes quieren sacar réditos políticos por cuenta de la desesperación de unas familias que van camino a convertirse en héroes de esta guerra absurda.
Que bueno que como dijo ayer la senadora Cordoba, que a propósito por fin dijo algo cuerdo, venga la Corte Penal Internacional y actúe. Ese sería un muy buen campanazo de alerta para las FARC y para quienes desde el vecindario les proveen abrigo y algo más.
Todo nuestro respaldo a quienes son víctimas del terror: los secuestrados y sus familias. Todo nuestro respaldo al gobierno y a los policías y soldados.