SIEMPRE ALERTA
Tenemos que hacer memoria entonces de aquellos que ya no están y de quienes lo perdieron todo, pero más allá de lo sucedido, mantener vivos los mecanismos de protección y de emergencias que todos y cada uno de los habitantes de estas tierras debería tener presente. Hago este llamado aprovechando esta fecha, no porque el 25 vaya a volver a temblar, sino porque vivimos en una zona donde en cualquier momento, un fenómeno de estos, puede ocurrir. Creo que la enseñanza del terremoto del 8 de febrero 1995 para los pereiranos se vio reflejada en la catástrofe de 1999 en una oportuna atención, en un manejo coordinado y efectivo de la emergencia y sobre todo en una muestra más de la capacidad de reacción en materia de solidaridad de nuestros coterráneos. Pero además de ellos se vio que en la capital risaraldense las construcciones respondieron a los embates de la naturaleza, y que gracias a ello se ha seguido insistiendo en los buenos usos del suelo y en requisitos máximos de sismo resistencia en las nuevas edificaciones. Vale la pena destacar que los comités locales de emergencias de los diferentes municipios operan de manera permanente y el departamental lo hace con la mayor diligencia. Sin embargo debemos entender que todos esos avances son sólo la parte gruesa de la prevención de desastres y por ello es que vale la pena recordar que debemos mantener cerca unos elementos básicos para cualquier eventualidad. La linterna, el pito y el agua pueden ser vitales a la hora de una emergencia, pero si aún quiere ser más previsivo, mantenga un radio con pilas y alimentos enlatados. Vivimos en una zona sísmica y ninguna de las medidas de protección que se adopten sobran en una eventualidad, lo más importante es entender que esas posibilidades existen y hay vivir con ellas pero siempre en alerta. |
Fecha: 22 de Enero de 2009 |